Pan y derivados

Los ingredientes básicos del pan son la harina, el agua, la sal y la levadura. Esto hace que sea un alimento muy rico en hidratos de carbono de asimilación lenta. Los hidratos de carbono son la principal fuente de energía, sin ellos el organismo no funciona correctamente ¡Son nuestro combustible! Por el contrario, el pan es pobre en grasas y sus proteínas son de baja calidad.

Actualmente se pueden encontrar una amplia variedad de panes. El más consumido es el que esta hecho con harina de trigo, aunque pueden utilizarse otras harinas como la de espelta, la de maíz, la de centeno, la de avena, la de arroz… Cada harina tiene unas características nutricionales distintas, así que un buen hábito en una dieta equilibrada es ir combinando los diferentes tipos.

Además, existen otros panes que se les añaden semillas, fruta seca como el de nueces, el de pipas o el de pasas. Estos ingredientes dan como resultado un pan más rico en vitaminas y minerales, pero ligeramente más calóricos.

Los integrales están hechos con cereales que no han sido refinados y que por tanto, contienen una mayor cantidad de vitaminas y fibra. Al ser más ricos en fibra, pueden ayudar a saciarnos más, a combatir el estreñimiento, a cuidar la flora intestinal…

Un buen momento para tomar el pan puede ser el desayuno y/o la merienda, además de acompañamiento en las comidas. Como sugerencia, para el desayuno unas tostadas de sésamo con aceite de oliva y embutidos ibéricos al plato de Argal, complementados con un café con leche y una macedonia de frutas.

Derivados

Los derivados del pan, como las galletas, magdalenas, bizcochos… contienen una mayor proporción de grasas y/o azúcares por lo que su consumo debe moderarse. Aunque, cabe resaltar que los que están hechos con ingredientes saludables, como los que se pueden hacer en casa, son más aconsejados que los industriales.